Alrededor del día dieciséis, empecé a calcular cuántas veces ha girado el Supertaff desde que salimos de Las Palmas. Tenía demasiado tiempo libre. La cifra resultó ser de aproximadamente 600.000 movimientos de ida y vuelta hasta el momento. Ese es el precio de cruzar el Atlántico en un pesado queche de los años 70.
Esto también explica por qué gestionar un negocio desde la mesa de gráficos es un poco como intentar escribir dentro de una lavadora.

La gente asume que lo más difícil de cruzar el Atlántico es físico. Las guardias nocturnas, las cubiertas mojadas, el sueño interrumpido. No es así. El verdadero desafío es el panorama mental. Puedes estar bien durante días, y luego, algo minúsculo te mina la confianza y, de repente, te tambaleas. Nuestros propios mensajes de la última semana lo demuestran. Algunos eran optimistas. Otros no. Algunos sonaban como un reportero del tiempo un poco trastornado después de demasiados turnos de noche.

La gripe que azotó a la tripulación fue el ejemplo más claro. Un minuto nos reíamos de la locura del mar, y al siguiente todos se quedaban en silencio. Cansados. Desanimados. Contando las millas con más esperanza que humor. Ese es el ritmo aquí. Alto, bajo, alto, bajo. Belleza y terror, unidos, veinticuatro horas al día.

Para mí, como alguien que dedica su vida a pensar en sistemas, personas, riesgos y oportunidades, esta ha sido la mayor prueba. Los emprendedores no son héroes audaces. Son simplemente pensadores críticos con una tolerancia inusualmente alta a la incertidumbre. Aquí, la incertidumbre se vuelve feroz. No solo te preguntas si un socio cumplirá o si el mercado fluctuará. Te preguntas si la plataforma soportará este viento, si ese ruido era nuevo, si un pequeño descuido se convertirá en un gran problema. La confianza y el miedo se alternan a cada hora y no hay absolutamente ningún interruptor de apagado.

Es, literalmente, una locura. Disculpen el lenguaje, pero nada más es lo suficientemente honesto.

Ahora estamos a solo 640 kilómetros de Santa Lucía. Se puede oler tierra. Se puede imaginar la quietud de un camión de plataforma. Se puede imaginar la cerveza fría y las caras de los amigos esperando en Boatshed Caribbean. Y ese es precisamente el momento en que aparece la mayor trampa psicológica. Los soldados en Vietnam tenían una frase para ello: "Quedarse corto". Crees que estás casi a salvo. Ahí es cuando el peligro aumenta. No estás dentro hasta que lo estás.

Así que nos mantenemos concentrados. Mantenemos a Supertaff seguro. Mantenemos a la tripulación relajada. Trabajamos desde un barco que ha volcado más de un millón de veces y que volcará cientos de miles más antes de que esto termine. Y somos honestos sobre cómo se siente realmente, porque ocultar la verdad no ayuda a nadie.

Este es un gran evento atlético, un desafío técnico y también emocional. Te pone a prueba por completo. Te hace enfrentarte a ti mismo, a tus dudas, a tus límites. Y demuestra algo importante en los negocios y en la vida.
No te haces más fuerte evitando la incertidumbre. Te haces más fuerte atravesándola, un kilómetro imperfecto a la vez.

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